Julio Verde configura al perfecto viajero.
Era un hombre de unos cuarenta años, de talla y de complexión ordinarias, cuyo temperamento sanguíneo denotaba la coloración oscura de su tez; su expresión era fría, sus facciones regulares y su nariz grande y saliente; la nariz en forma de proa, que corresponde al hombre predestinado a los descubrimientos, sus ojos de dulce mirar, más inteligentes que osados, daban un gran encanto a su fisonomía: sus brazos eran largos y sus pies se afirmaban con el aplomo del andarín.
Se hallaba a sus anchas en medio de las mayores privaciones. Resistía maravillosamente bajo todos los climas, se reduce o se dilata a voluntad su estómago, se estiran o se encogen sus piernas según la improvisada cama, duerme a cualquier hora del día y despierta a cualquier hora de la noche.
Se le conoció como el doctor
Samuel Fergusson, explora el mundo, disfruta con el progreso tecnológico, realiza
Viajes Extraordinarios, descubre siempre nuevos horizonte, cruza el África,
parte de la isla de Zanzíbar, es una región semiautónoma de Tanzania, se
engloba en islas de las especia -nuez moscada, canela y pimienta-, nació Freddie
Mercury y arriban en las cataratas de Güina en el río Senegal.
Se apasionó por el vuelo
aerostático. Emula a los hermanos Joseph-Michel y Jacques-Étienne
Montgolfier. Le influyó, el pionero de la fotografía aérea, Georges Nadar quienes
revolucionan la aeronáutica el 4 de junio de 1783, vuela al continente africano
en el victoria -Samuel Fergusson,
Dick
Kennedy y Joe componen la el expedición- al igual que la montgolfière -diseñan el globo de tafetán barnizado Jacques
Montgolfier y Jean-Baptiste Réveillon para el rey Luis XVI, surca el aire una
oveja, un pato y un gallo, el 19 de septiembre de 1783 en Versalles- aterriza
con sus tripulantes, protagoniza la obra verniana Cinco semanas en globo.
Viajó 24 minutos en Globo y ¿se
desplazó a África? Aun así, alumbra Julio Verde al viajero perfecto Samuel Fergusson.
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