Corría principios de julio
de 1819. Lucía un cálido sol en la isla de Nantucket -se traduce tierra lejana de la lengua de los
nativos de la isla, los wampanoag -gente
del Este-; la leyenda cuenta que su líder Moshup enseñó a su pueblo a
pescar y a cazar ballenas en el océano, agarrándolas y estrellándolas contra
las rocas- en el estado Massachusetts. Gobernaba su vida la mar.
Se dirigía Thomas Nickerson al
Essex, le contrataron los armadores cuáqueros como grumete, tenía catorce años, esquiva el joven
marinero a los isleños, se encontraba el buque ballenero encadenado en el
muelle, desprendía toda la zona un olor a aceite, se acercó…
Realizó la Nantucket
Historical Association en 1984 una edición
limitada y monográfica de la crónica de Nickerson.