Narra la trágica venganza[1] de la turbulenta psique del insano, indescifrable, misterioso, autoritario, el gran blasfemo y carismático capitán Ahab y, físicamente, con una pierna construida con una mandíbula de cachalote y una cicatriz en la cara [2], a la ballena blanca asesina Moby Dick el escritor estadounidense
Herman Melville el 18 de octubre de 1851. Sale de la isla Nantuckec, Massachusetts, al igual que la tripulación de Essex en 1819. Se obsesiona con dar caza a este cetáceo. Recorre los siete mares en búsqueda de la Gran Blasfemia. Le mueve locura
demoníaca en persecución de un demonio marino. Oficia el sacerdote -Ahab- las litúrgicas satánicas,
efectúa el ritual de bendición del arpón para cazar al cachalote, les clava,
con tal motivo, su propio cuchillo para templar el acero no con agua sino con la
sangre de los arponeros. Es una campaña militar suicida. Le atrapa el diablo en
sus redes. No se consume el hecho vengativo. Sepulta en ese inmenso sudario -un océano ficticio- al
protagonista[3]
el narrador.
Fotografía: Cordon Press. En Jot down. |
Oía el mar en su cabeza. Batían
las olas en su camarote. Chillaba el viento. Permanecía silenciosa la cubierta
a bordo del barco ballenero Pequod. Mantenía su rumbo. Persigue el leviatán[4]. Estaba dispuesto, en su misión vengativa, a cruzar el punto geográfico más austral del continente americano, el Cabo de Hornos, el capitán Ahab. Nada le detenía.
Cazaba monstruos marinos. Se
embarca muy joven como arponero. Navega con balleneros.
Conocía el naufragio de Essex.
Lo hunde una ballena. Sobrevive parte de la tripulación. Llegan a un nivel de
canibalismo para mantenerse con vida. Escribe la historia trágica Owen Chase en
1821.
Corría el 1838. Navegan
navíos balleneros. Los localizan frente a las costas de chilenas. Divisan un cachalote
albino real. Lo llaman Mocha Dick. Finalmente, lo abaten.
Se inspira en estos acontecimientos Herman Melville para
escribir Moby Dick.
Viaja con el capitán Ahab. Te lleva a parajes de ensueño.
[1]Shakespeare: Macbeth,
Otelo o El rey Lear.
. Calvino nos ilustra con el Rey Ahab.
Dios usa a Satán como instrumento de su venganza y no cabe, por tanto, entender
ambigüedad alguna en sus órdenes.
[3] Moby Dick (película
de 1956). La protagoniza Gregory Peck: la
cama es igual que una tumba y las sabanas un sudario.