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sábado, 31 de agosto de 2019

Juan Rufo y la cerveza


Corría el 16 de mayo de 1918. Asoma el llanto de un niño en Acapulco, Jalisco, Estados Unidos Mexicanos, le bautizaron con el nombre de JuanNepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. 
Pasa el calendario y alcanza el año 1926. Irrumpe la Guerra de Cristera. Despierta la rebelión de cristeros la vocación literaria de Juan Rufo
¿El narrador jalisciense, Juan Rulfo era un tipo taciturno, introvertido, ácido y profundo?
El Príncipe de Asturias de la Letras no llega a la fantasmagórica aldea de Comala, entonces, ¿A dónde va el escritor mejicano?
¿Es un lugar endemoniado? Se oía el viento. El viento es pardo. ¿Qué país es éste?

Luvina es un lugar muy triste. Anida la tristeza. No se conoce la sonrisa.

Juan Rulfo viaja a Luvina. Narra su último cuento, lo escribe entre diciembre de 1952 y enero de 1953, crea una atmósfera desoladora, es un pueblo abandonado, desértico. Refleja San Juan Luvina el purgatorio.

No hay fondas ni mesones. Sen cuentra una iglesia. Nos cuenta su experiencia rulfiana. Conserva en una tienda en torno a una cerveza antes de ascender al cerro más alto al sur. Allí, se halla Luvina.
-.¡Oye, Camilo, mándanos otras dos cervezas más! -volvió a decir el hombre. Después añadió:…-.Otra cosa, señor…Bebió la cerveza hasta dejar sólo burbujas de espuma en la botella y siguió diciendo: (…).       -.“Pero tómese su cerveza. Veo que no le ha dado ni siquiera una probadita. Tómesela. O tal vez no le guste así tibia como está. Y es que aquí no hay de otra. Yo sé que así sabe mal; que agarra un sabor como a meados de burro. Aquí uno se acostumbra. A fe que allá ni siquiera esto se consigue. Cuando vaya a Luvina la extrañará. Allí no podrá probar sino un mezcal que ellos hacen con una yerba llamada hojasé, y que a los primeros tragos estará usted dando de volteretas como si lo chacamotearan. Mejor tómese su cerveza. Yo sé lo que le digo.”       -.(…) ¿Pero me permite antes que me tome su cerveza? (…)-.“…¿No cree usted que esto se merece otro trago? Aunque sea nomás para que se me quite el mal sabor del recuerdo.”

Se licúan los sueños. Se defumina la realidad. Alumbra la fantasía.


Se bebe Juan Rufo una cerveza antes de subir a Luvina. 



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