Emprende Mark Twain -Samuel Langhorne Clemens- el 1 de junio de 1867 un viaje organizado -¿el primer crucero turístico de la historia?, se publica en todos los periódicos estadounidenses la excursión a Europa-, viaja a bordo del Quaker City, zarpa desde el puerto de Nueva York, se desplaza por Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares de interés intermedios, dura un año el tour, escribe la crónica viajera en el diario Alta California -Daily Alta California de San Francisco-, finalmente, se volcó en su Guía para viajeros inocentes -The innocents abroad, 1869-.En fin, ¿el escritor norteamericano tuvo una experiencia de aprendizaje, fue un viaje por placer o el crucerista se evadió por la Costa Mediterránea?
Corría los días 8 y 9 de noviembre de 1976. Se celebra el Seminario Internacional Turismo y Humanismo Contemporáneo en Bélgica –Bruselas-. Impulsa el Consejo Nacional de Monumentos y Sitios –ICOMOS- la primera Carta de Turismo Cultural.
Arranca el documento
definiendo el turismo. Se le considera un hecho social, humano, económico y
cultural irreversible. También, precisa el turismo cultural, nos recuerda su
objeto, se trata de descubrir los sitios y de los monumentos.
Emerge el turismo cultural
como una contestación a la demanda turística que indaga nuevas alternativas
frente a la saturación de los destinos de sol y playa y/o los grandes centros
históricos.
Se caracteriza el turismo
cultural por su sensibilidad cultural y por el respeto al medio ambiente. Se
distingue el nuevo turismo del viejo en la experiencia de aprendizaje.
¿Para qué viajamos?
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