El turismo modifica el
paisaje.
El paisaje deriva de la
palabra holandesa Landschap, se utiliza para ensalzar los personajes durante el
el siglo XVI, se constituye como género con
la pintura holandesa del siglo XVII, irrumpe el paisaje clásico, recuerda la
arcadia, se populariza en el siglo XVIII con el Grand Tour, alcanza su
protagonismo en la época romántica, se altera la tradicional vida rural tras la
Revolución Industrial en el siglo XIX, emerge el paisaje moderno.
Lo recrean los artistas,
plasman las montañas, los valles, los árboles, los ríos y los bosques, sitúa su
punto de vista en el cielo, incluyen el clima[1],…, frecuentan los
accidentes geográficos, buscan nuevos escenarios, cultivan la pintura
paisajística al aire libre, se centran en el paisaje realista,…, finalmente, lo
contemplan los turistas en los Museos -atractivo turístico-.
Viajan los artistas, se
desplazan por Estados Unidos o Sudamérica como Frederick Edwin Church, se
asocia el paisaje provenzal a Vincent Van Gogh a partir de 1888, se trasladan
al bosque de Fontainebleua como Camille Corot o realizan excursiones con
Pisarro con Cézanne -padre de la pintura moderna[2]-, motiva el desplazamiento
el alto valor paisajístico por lo que el paisaje natural se convierte en un
elemento fundamental para la oferta turística.
Guillermo Miranda Román[3] concluye que el turismo
conducido con políticas improvisadas hace que se altere el paisaje.
Los cuadros viajan, muestran un paisaje y nos permite hacer turismo para contemparlos.
Los cuadros viajan, muestran un paisaje y nos permite hacer turismo para contemparlos.
de Malinalco, Estado de México, Universidad Autónoma
del Estado de México (México), PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural.
ISSN 1695-7121.
Esta foto de Museo de Bellas Artes de Asturias es cortesía de TripAdvisor
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